Hasta ahora se pensaba que los animales son capaces de interpretar las emociones de otros y anticipar sus intenciones, pero solo respecto a los miembros de su misma especie. Para captar las emociones de especímenes ajenos, el cerebro debe ser capaz de transcribir representaciones mentales de imágenes y sonidos para poder evaluarlas, compararlas, asociarlas y combinarlas. Sin embargo, un nuevo estudio de la Universidad de Lincoln, en el Reino Unido, y de la Universidad de Sao Paulo, en Brasil, demuestra que nuestros amigos los perros son capaces de interpretar nuestros estados de ánimo.
Para llevar a cabo este estudio, que publica la revista Biology Letters de la Royal Society británica, los investigadores implicados colocaron a 17 perros frente a imágenes de rostros humanos que expresaban alegría o ira, asociadas a la voz de una persona contenta o enfadada. Las representaciones de rostros felices se asociaban sucesivamente a una voz agradable y una voz irritada. Luego hicieron lo mismo con imágenes de personas visiblemente molestas. Pues bien, los responsables del estudio constataron que los perros prestaban mayor atención cuando las expresiones faciales eran concordantes con la voz, dando a entender que eran capaces de asociar el vínculo y decidir si la información era coherente. Según uno de los autores del estudio, Kun Guo, de la Universidad de Lincoln, «la investigación muestra que los perros tienen la capacidad de integrar dos fuentes de informaciones sensoriales diferentes y de desarrollar una percepción coherente de las emociones humanas. Esta capacidad cognitiva solo había sido detectada en los seres humanos».
Muchos propietarios de perros dirían que sus mascotas son muy sensibles a los estados de ánimo de los miembros de la familia. Sin embargo, existe una diferencia importante entre aprender a reaccionar de forma apropiada a una voz enfadada y descifrar otro tipo de información. Los autores del estudio precisan que «durante el experimento, los perros no dispusieron de un periodo de familiarización con los humanos elegidos. Esto sugiere que la capacidad para asociar señales emocionales es algo propio del animal. Esta aptitud puede deberse a la relación particular que los canes mantienen desde hace siglos con los seres humanos».
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